La Garnacha Blanca es una variedad muy característica del nordeste peninsular, famosa por sus vinos blancos de baja acidez, minerales, expresivos y aromáticos. Aquí te contamos todo lo que debes saber acerca de esta variedad de uva.

Características de la Garnacha Blanca
La Garnacha Blanca tiene una brotación y maduración media. Es vigorosa (aunque lo es menos en suelos arenosos), susceptible al mildiu, a la excoriosis, a botrytis cinerea, a la necrosis bacteriana y a la polilla del racimo.
Esta variedad de uva se adapta bien en suelos ligeramente ácidos, con gravas y ricos de piedra caliza. Se recomienda practicar una poda corta y la formación en vaso. Tiene una buena resistencia a la sequía aunque tiende a las carencias de magnesio.
Por otro lado, la Garnacha Blanca presenta una buena resistencia a las enfermedades de la madera como la yesca y la eutipiosis, lo que en parte explica la notable longevidad de la vid.

Los vinos de Garnacha Blanca
Los vinos Garnacha Blanca suelen ser grasos y ricos en extractos pero, a la vez, pueden ser proclives a la oxidación prematura.
Los aromas son de fruta verde bien madura (como de ciruela verde) con algunas notas florales. Los niveles de alcohol tienden a ser altos, por eso suele mezclarse con otras variedades que aporten frescor al vino final.

Dónde encontramos la Garnacha Blanca
La Garnacha Blanca es una variedad típica en la región sur de Francia (Rhône y Languedoc-Roussillon). Clos des Fées elabora un vino Garnacha Blanca fragante, maduro y graso que resulta impresionante.
En España, la Garnacha Blanca se cultiva mayoritariamente en Cataluña y Aragón, especialmente en las provincias de Tarragona, Zaragoza y Teruel, en donde se producen vinos Garnacha Blanca de gran cuerpo y ricos en alcohol.
La Garnacha Blanca es sin lugar a dudas una de las principales variedades en las denominaciones de origen Alella, Costers del Segre, Priorat, Rioja, Tarragona y Terra Alta.