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Emilio Lustau
Manzanilla Sanlúcar de Barrameda17,15€
16,29€/ud (-5%)
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Emilio Lustau
Jerez Xérès Sherry17,15€
16,29€/ud (-5%)
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Emilio Lustau
Jerez Xérès Sherry17,15€
16,29€/ud (-5%)
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Emilio Lustau
Jerez Xérès Sherry18,90€
17,95€/ud (-5%)
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Emilio Lustau
Manzanilla Sanlúcar de Barrameda19,30€
18,33€/ud (-5%)
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90
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Emilio Lustau
Jerez Xérès Sherry19,65€
18,67€/ud (-5%)
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Mostrando 1 a 16 de 25
Comprar Vino de Emilio Lustau
Bodegas Lustau no se explica sin la complejidad del Marco de Jerez, pero también es cierto que hoy cuesta entender el Marco sin hablar de Lustau. Fundada en 1896 por Don José Ruiz-Berdejo, un notario que empezó como almacenista, figura entonces secundaria en la jerarquía del Jerez, pero esencial en la sombra, Lustau ha pasado de ser un humilde proveedor de vino a granel a convertirse en una de las casas más influyentes y respetadas del vino generoso a nivel mundial. Esa evolución, sin embargo, no fue lineal ni obedeció a una estrategia de expansión agresiva, sino a una serie de decisiones coherentes, casi silenciosas, que priorizaron siempre el contenido antes que la forma.
La transición al embotellado propio - Una decisión curatorial
La verdadera metamorfosis empieza en los años 80, cuando la familia Lustau abandona su papel de almacenista y comienza a embotellar bajo su propia marca. No lo hace con un afán comercial evidente, sino con una voluntad casi curatorial: mostrar la diversidad, el rango y la expresividad de los vinos de Jerez tal como se viven dentro de las propias bodegas. Desde entonces, Lustau se ha definido por su obsesión por los matices: por esa diferencia mínima entre un fino de El Puerto y uno de Jerez, por lo que sucede cuando una solera envejece bajo condiciones apenas perceptiblemente distintas. Donde otras casas han tendido a la homogeneización de estilos, Lustau se ha dedicado a resaltar las microdiferencias.
La Colección de Almacenistas - Memoria viva del vino
Una de sus contribuciones más notables al entendimiento del Jerez es su Colección de Almacenistas, una serie de vinos procedentes de pequeñas criaderas mantenidas por familias que nunca embotellaron bajo su nombre. En vez de absorber esos vinos en la identidad Lustau, la bodega optó por poner en valor su origen y dar crédito al trabajo silencioso de generaciones enteras. Aquí no se busca la firma del enólogo, sino el trazo fino del tiempo, la humedad, el velo de flor en su momento exacto. Hay una dimensión casi antropológica en esta colección: es vino como testimonio oral, como manuscrito recuperado.
Tres ciudades, tres almas - El triángulo del jerez
Desde el punto de vista técnico, Lustau trabaja en las tres ciudades del triángulo del Jerez: Jerez de la Frontera, El Puerto de Santa María y Sanlúcar de Barrameda. Pocas bodegas pueden presumir de esto. Cada ciudad imprime un carácter distinto al vino, aunque partan de la misma uva, la misma vendimia y el mismo tipo de crianza. El fino de Jerez es tenso, salino, incisivo; el de El Puerto, más redondo y marino; la manzanilla de Sanlúcar, etérea y punzante, casi flotante en boca. Esta diversidad territorial, que podría parecer redundante para el neófito, es precisamente lo que Lustau ha sabido convertir en su lenguaje. El resultado es una gama caleidoscópica de vinos que no se superponen, sino que se complementan, como voces distintas dentro del mismo coro.
Tradición y riesgo - Un equilibrio buscado
El enfoque de Lustau también destaca por su atención al equilibrio entre tradición y riesgo. Aunque respetan los tiempos y las normas del Consejo Regulador, no han dudado en explorar caminos menos transitados: sus envejecimientos estáticos, fuera del tradicional sistema de criaderas y soleras; sus rarezas como el East India Solera, un cream que reinterpreta el estilo británico del siglo XIX, o sus colaboraciones con bartenders de talla internacional para recuperar el uso del Jerez en coctelería. Lejos de diluir la identidad, estos movimientos han servido para ampliar el campo de acción del Jerez sin traicionar su raíz.
Vinos con firma sin firma - El lenguaje de Lustau
La bodega, además, ha conseguido algo poco habitual en el mundo del vino: crear etiquetas reconocibles sin caer en fórmulas repetitivas. Su Amontillado Los Arcos, por ejemplo, mantiene una línea de expresión oxidativa clara, pero no se parece en nada al Amontillado Escuadrilla. Uno habla con voz grave y redonda; el otro, con filo seco y un fondo de avellana y humo. Lo mismo ocurre con sus finos, palo cortados y olorosos: cada uno parece tener algo que decir. No hay vinos de relleno en Lustau.
Relevancia sin artificios - El poder del silencio
Quizás el mayor elogio que se le puede hacer a la casa es que, dentro de un mercado que tiende a la estandarización, Lustau sigue apostando por la personalidad del vino antes que por su comercialidad. Y lo hace sin pretensiones, sin campañas grandilocuentes ni slogans vacíos. Su marketing más poderoso sigue siendo el líquido en la copa: vinos que no gritan, pero que rara vez se olvidan.
Hoy Lustau pertenece al Grupo Caballero, pero mantiene intacto ese espíritu de independencia de criterio que la hizo grande. No es la más antigua, ni la más grande, ni la más mediática. Pero sí es, sin duda, una de las más relevantes. Una bodega que no busca ser protagonista, sino instrumento: una casa que deja que sea el jerez quien hable por ella.
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Comprar Vino de Emilio Lustau
Bodegas Lustau no se explica sin la complejidad del Marco de Jerez, pero también es cierto que hoy cuesta entender el Marco sin hablar de Lustau. Fundada en 1896 por Don José Ruiz-Berdejo, un notario que empezó como almacenista, figura entonces secundaria en la jerarquía del Jerez, pero esencial en la sombra, Lustau ha pasado de ser un humilde proveedor de vino a granel a convertirse en una de las casas más influyentes y respetadas del vino generoso a nivel mundial. Esa evolución, sin embargo, no fue lineal ni obedeció a una estrategia de expansión agresiva, sino a una serie de decisiones coherentes, casi silenciosas, que priorizaron siempre el contenido antes que la forma.
La transición al embotellado propio - Una decisión curatorial
La verdadera metamorfosis empieza en los años 80, cuando la familia Lustau abandona su papel de almacenista y comienza a embotellar bajo su propia marca. No lo hace con un afán comercial evidente, sino con una voluntad casi curatorial: mostrar la diversidad, el rango y la expresividad de los vinos de Jerez tal como se viven dentro de las propias bodegas. Desde entonces, Lustau se ha definido por su obsesión por los matices: por esa diferencia mínima entre un fino de El Puerto y uno de Jerez, por lo que sucede cuando una solera envejece bajo condiciones apenas perceptiblemente distintas. Donde otras casas han tendido a la homogeneización de estilos, Lustau se ha dedicado a resaltar las microdiferencias.
La Colección de Almacenistas - Memoria viva del vino
Una de sus contribuciones más notables al entendimiento del Jerez es su Colección de Almacenistas, una serie de vinos procedentes de pequeñas criaderas mantenidas por familias que nunca embotellaron bajo su nombre. En vez de absorber esos vinos en la identidad Lustau, la bodega optó por poner en valor su origen y dar crédito al trabajo silencioso de generaciones enteras. Aquí no se busca la firma del enólogo, sino el trazo fino del tiempo, la humedad, el velo de flor en su momento exacto. Hay una dimensión casi antropológica en esta colección: es vino como testimonio oral, como manuscrito recuperado.
Tres ciudades, tres almas - El triángulo del jerez
Desde el punto de vista técnico, Lustau trabaja en las tres ciudades del triángulo del Jerez: Jerez de la Frontera, El Puerto de Santa María y Sanlúcar de Barrameda. Pocas bodegas pueden presumir de esto. Cada ciudad imprime un carácter distinto al vino, aunque partan de la misma uva, la misma vendimia y el mismo tipo de crianza. El fino de Jerez es tenso, salino, incisivo; el de El Puerto, más redondo y marino; la manzanilla de Sanlúcar, etérea y punzante, casi flotante en boca. Esta diversidad territorial, que podría parecer redundante para el neófito, es precisamente lo que Lustau ha sabido convertir en su lenguaje. El resultado es una gama caleidoscópica de vinos que no se superponen, sino que se complementan, como voces distintas dentro del mismo coro.
Tradición y riesgo - Un equilibrio buscado
El enfoque de Lustau también destaca por su atención al equilibrio entre tradición y riesgo. Aunque respetan los tiempos y las normas del Consejo Regulador, no han dudado en explorar caminos menos transitados: sus envejecimientos estáticos, fuera del tradicional sistema de criaderas y soleras; sus rarezas como el East India Solera, un cream que reinterpreta el estilo británico del siglo XIX, o sus colaboraciones con bartenders de talla internacional para recuperar el uso del Jerez en coctelería. Lejos de diluir la identidad, estos movimientos han servido para ampliar el campo de acción del Jerez sin traicionar su raíz.
Vinos con firma sin firma - El lenguaje de Lustau
La bodega, además, ha conseguido algo poco habitual en el mundo del vino: crear etiquetas reconocibles sin caer en fórmulas repetitivas. Su Amontillado Los Arcos, por ejemplo, mantiene una línea de expresión oxidativa clara, pero no se parece en nada al Amontillado Escuadrilla. Uno habla con voz grave y redonda; el otro, con filo seco y un fondo de avellana y humo. Lo mismo ocurre con sus finos, palo cortados y olorosos: cada uno parece tener algo que decir. No hay vinos de relleno en Lustau.
Relevancia sin artificios - El poder del silencio
Quizás el mayor elogio que se le puede hacer a la casa es que, dentro de un mercado que tiende a la estandarización, Lustau sigue apostando por la personalidad del vino antes que por su comercialidad. Y lo hace sin pretensiones, sin campañas grandilocuentes ni slogans vacíos. Su marketing más poderoso sigue siendo el líquido en la copa: vinos que no gritan, pero que rara vez se olvidan.
Hoy Lustau pertenece al Grupo Caballero, pero mantiene intacto ese espíritu de independencia de criterio que la hizo grande. No es la más antigua, ni la más grande, ni la más mediática. Pero sí es, sin duda, una de las más relevantes. Una bodega que no busca ser protagonista, sino instrumento: una casa que deja que sea el jerez quien hable por ella.