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Comprar Vino de Ossian
La zona de Nieva, en el extremo suroeste de la provincia de Segovia, se alza como uno de los enclaves más singulares de la viticultura española contemporánea. Aunque geográficamente está dentro de los límites de la Denominación de Origen Rueda, lo que ocurre en estos suelos de altitud extrema, clima severo y viñas prefiloxéricas es algo que escapa por completo a cualquier clasificación fácil. A más de 850 metros sobre el nivel del mar, en un altiplano que mira de reojo a la Sierra de Guadarrama, se encuentra Ossian, una bodega que ha hecho del Verdejo una declaración de intenciones, un manifiesto de pureza, historia y visión de futuro.
Viñas viejas, historia viva
El nombre Ossian remite al legendario poeta celta, y no es casual. Hay algo de épico, de ancestral, casi de místico, en estos viñedos viejísimos plantados entre pinares, donde muchas cepas superan los 160 años de vida y, lo más extraordinario: han sobrevivido intactas a la filoxera. Suelos arenosos, profundos, de estructura suelta, con alto contenido silíceo y escaso nivel de materia orgánica, crearon una barrera natural que salvó estas plantas del desastre que arrasó Europa. Y en ese milagro agronómico se apoya hoy la identidad de Ossian.
Verdejo sin filtro
Pero esto no es un proyecto arqueológico ni una nostalgia disfrazada de etiqueta. Ossian representa la vanguardia del Verdejo, entendida no como tecnificación, sino como la voluntad de desnudar la variedad hasta su expresión más directa y auténtica. Nada de levaduras seleccionadas, nada de elaboraciones al uso. Aquí el Verdejo no es ese blanco fácil, tropical y plano que abunda en los lineales. Aquí se convierte en un vino de guarda, fermentado y criado en barricas de roble francés, en foudres, en huevos de hormigón, incluso en ánforas, con una presencia del tiempo y de la oxidación noble que recuerda más a Borgoña que a Castilla.
Un clima que no perdona, y por eso funciona
El clima extremo es uno de los grandes aliados. Con inviernos largos y brutales, primaveras breves y veranos secos pero con noches frías, las uvas maduran lentamente, acumulando acidez, tensión y una profundidad aromática inusual. En esta altitud, el verdejo se comporta más como una variedad continental, revelando notas de fruta blanca, cítricos maduros, hinojo, flores secas y una mineralidad cortante, casi salina, que remite a piedra mojada, a tiza, a yeso. No hay maquillaje posible. Aquí todo es directo, nítido, sin concesiones.
Filosofía sin atajos
Uno de los elementos más intrigantes del proyecto es cómo la filosofía de mínima intervención ha ido radicalizándose con los años. Ossian nace en 2005 de la mano de Javier Zaccagnini y Pierre Millemann, este último un enólogo borgoñón obsesionado con la finura y la expresión del terroir. El trabajo conjunto apostó desde el principio por la fermentación espontánea, la crianza larga sobre lías y la selección parcelaria. En 2013, el grupo Alma Carraovejas toma el relevo, y lo que podría haber sido una pérdida de identidad se convierte en una profundización del enfoque. Hoy, bajo la dirección de Guillermo de Aranzabal y la enología de Álvaro Jiménez, Ossian afina aún más su lenguaje, buscando lo esencial en cada cosecha.
Parcelas con nombre y apellidos
Cada parcela tiene nombre y carácter: Capitel, El Espino, El Paraje de los Almendros, entre otras. Algunas vinificaciones se realizan por separado para embotellarse como vinos de paraje o incluso de parcela única. Capitel, por ejemplo, es probablemente uno de los blancos más profundos y longevos de España: fermenta en barricas de 228 litros con levaduras autóctonas, y su crianza se alarga más de un año. La textura es cremosa pero tensa, con notas de mantequilla salada, pan tostado y pólvora. No es un vino complaciente, es un vino para pensar.
Ir a contracorriente tiene premio
La paradoja de Ossian es que, a pesar de su ubicación en una denominación conocida por su volumen, lo que ocurre aquí es radicalmente diferente. Hay algo de resistencia, de afirmación silenciosa, en su forma de entender el Verdejo. No buscan volumen ni estandarización, sino carácter, verdad y profundidad. En tiempos donde la identidad se diluye entre cifras de producción y decisiones de marketing, Ossian apuesta por el largo plazo, por el arraigo. Por eso no extraña que cada vez más críticos lo equiparen no con otros blancos españoles, sino con grandes vinos blancos del mundo, especialmente de la Côte d’Or.
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Comprar Vino de Ossian
La zona de Nieva, en el extremo suroeste de la provincia de Segovia, se alza como uno de los enclaves más singulares de la viticultura española contemporánea. Aunque geográficamente está dentro de los límites de la Denominación de Origen Rueda, lo que ocurre en estos suelos de altitud extrema, clima severo y viñas prefiloxéricas es algo que escapa por completo a cualquier clasificación fácil. A más de 850 metros sobre el nivel del mar, en un altiplano que mira de reojo a la Sierra de Guadarrama, se encuentra Ossian, una bodega que ha hecho del Verdejo una declaración de intenciones, un manifiesto de pureza, historia y visión de futuro.
Viñas viejas, historia viva
El nombre Ossian remite al legendario poeta celta, y no es casual. Hay algo de épico, de ancestral, casi de místico, en estos viñedos viejísimos plantados entre pinares, donde muchas cepas superan los 160 años de vida y, lo más extraordinario: han sobrevivido intactas a la filoxera. Suelos arenosos, profundos, de estructura suelta, con alto contenido silíceo y escaso nivel de materia orgánica, crearon una barrera natural que salvó estas plantas del desastre que arrasó Europa. Y en ese milagro agronómico se apoya hoy la identidad de Ossian.
Verdejo sin filtro
Pero esto no es un proyecto arqueológico ni una nostalgia disfrazada de etiqueta. Ossian representa la vanguardia del Verdejo, entendida no como tecnificación, sino como la voluntad de desnudar la variedad hasta su expresión más directa y auténtica. Nada de levaduras seleccionadas, nada de elaboraciones al uso. Aquí el Verdejo no es ese blanco fácil, tropical y plano que abunda en los lineales. Aquí se convierte en un vino de guarda, fermentado y criado en barricas de roble francés, en foudres, en huevos de hormigón, incluso en ánforas, con una presencia del tiempo y de la oxidación noble que recuerda más a Borgoña que a Castilla.
Un clima que no perdona, y por eso funciona
El clima extremo es uno de los grandes aliados. Con inviernos largos y brutales, primaveras breves y veranos secos pero con noches frías, las uvas maduran lentamente, acumulando acidez, tensión y una profundidad aromática inusual. En esta altitud, el verdejo se comporta más como una variedad continental, revelando notas de fruta blanca, cítricos maduros, hinojo, flores secas y una mineralidad cortante, casi salina, que remite a piedra mojada, a tiza, a yeso. No hay maquillaje posible. Aquí todo es directo, nítido, sin concesiones.
Filosofía sin atajos
Uno de los elementos más intrigantes del proyecto es cómo la filosofía de mínima intervención ha ido radicalizándose con los años. Ossian nace en 2005 de la mano de Javier Zaccagnini y Pierre Millemann, este último un enólogo borgoñón obsesionado con la finura y la expresión del terroir. El trabajo conjunto apostó desde el principio por la fermentación espontánea, la crianza larga sobre lías y la selección parcelaria. En 2013, el grupo Alma Carraovejas toma el relevo, y lo que podría haber sido una pérdida de identidad se convierte en una profundización del enfoque. Hoy, bajo la dirección de Guillermo de Aranzabal y la enología de Álvaro Jiménez, Ossian afina aún más su lenguaje, buscando lo esencial en cada cosecha.
Parcelas con nombre y apellidos
Cada parcela tiene nombre y carácter: Capitel, El Espino, El Paraje de los Almendros, entre otras. Algunas vinificaciones se realizan por separado para embotellarse como vinos de paraje o incluso de parcela única. Capitel, por ejemplo, es probablemente uno de los blancos más profundos y longevos de España: fermenta en barricas de 228 litros con levaduras autóctonas, y su crianza se alarga más de un año. La textura es cremosa pero tensa, con notas de mantequilla salada, pan tostado y pólvora. No es un vino complaciente, es un vino para pensar.
Ir a contracorriente tiene premio
La paradoja de Ossian es que, a pesar de su ubicación en una denominación conocida por su volumen, lo que ocurre aquí es radicalmente diferente. Hay algo de resistencia, de afirmación silenciosa, en su forma de entender el Verdejo. No buscan volumen ni estandarización, sino carácter, verdad y profundidad. En tiempos donde la identidad se diluye entre cifras de producción y decisiones de marketing, Ossian apuesta por el largo plazo, por el arraigo. Por eso no extraña que cada vez más críticos lo equiparen no con otros blancos españoles, sino con grandes vinos blancos del mundo, especialmente de la Côte d’Or.