Mostrando 1 a 5 de 5
Comprar Vino de Peixes
En un rincón olvidado del Macizo Central Orensano, donde las montañas abrazan el cielo y los valles esconden historias centenarias, se encuentra Peixes. Aquí, en Viana do Bolo, el tiempo parece detenerse. La viticultura en esta región no es solo una práctica, es un acto de resistencia. A una altitud que desafía la maduración de la uva, en suelos pobres pero llenos de carácter, nacen vinos con alma.
Viñedos
Los viñedos de Peixes son pequeñas joyas escondidas entre los 600 y 850 metros de altitud. Son parcelas dispersas, muchas de ellas recuperadas de un abandono casi definitivo. Seis hectáreas propias y otras dos trabajadas en colaboración con viticultores locales conforman su proyecto.
Aquí, el suelo es un mosaico de granito, mica y cuarzo naranja, un terroir que da a los vinos una mineralidad vibrante. Las viñas, de entre 60 y 80 años, están plantadas en terrazas de piedra, testigos del esfuerzo de generaciones que han luchado contra la montaña.
El clima tampoco da tregua. Fríos intensos en invierno, veranos cortos pero luminosos. Las uvas maduran con lentitud, lo que les confiere frescura y acidez natural. Para proteger este tesoro, Jesús y Curro apuestan por una viticultura orgánica y sostenible: sin herbicidas ni químicos agresivos, buscando el equilibrio con la naturaleza y respetando la biodiversidad del entorno.
Filosofía
Si algo define a Peixes es su manera de hacer vinos. Nada de artificios, nada de máscaras. Su filosofía es clara: dejar que la tierra hable.
Para ello, practican una vinificación de baja intervención. Las uvas se fermentan con racimos enteros, utilizando levaduras autóctonas que reflejan la personalidad de cada parcela. No hay prisas: las maceraciones son largas, las fermentaciones ocurren a su ritmo y el envejecimiento se hace en barricas de roble neutro, sin buscar protagonismo de la madera.
Al final, cada botella de Peixes es un testimonio de su origen: vinos fragantes, frescos, con esa elegancia natural que solo pueden dar las viñas viejas y un suelo cargado de historia. Son vinos que transportan, que cuentan cuentos de nieblas matutinas y suelos pedregosos. Y sobre todo, son vinos hechos con pasión, con esa chispa de locura necesaria para desafiar las reglas y rescatar un paisaje en cada copa.
- ;
-
-
- ;
-
-
- ;
-
Comprar Vino de Peixes
En un rincón olvidado del Macizo Central Orensano, donde las montañas abrazan el cielo y los valles esconden historias centenarias, se encuentra Peixes. Aquí, en Viana do Bolo, el tiempo parece detenerse. La viticultura en esta región no es solo una práctica, es un acto de resistencia. A una altitud que desafía la maduración de la uva, en suelos pobres pero llenos de carácter, nacen vinos con alma.
Viñedos
Los viñedos de Peixes son pequeñas joyas escondidas entre los 600 y 850 metros de altitud. Son parcelas dispersas, muchas de ellas recuperadas de un abandono casi definitivo. Seis hectáreas propias y otras dos trabajadas en colaboración con viticultores locales conforman su proyecto.
Aquí, el suelo es un mosaico de granito, mica y cuarzo naranja, un terroir que da a los vinos una mineralidad vibrante. Las viñas, de entre 60 y 80 años, están plantadas en terrazas de piedra, testigos del esfuerzo de generaciones que han luchado contra la montaña.
El clima tampoco da tregua. Fríos intensos en invierno, veranos cortos pero luminosos. Las uvas maduran con lentitud, lo que les confiere frescura y acidez natural. Para proteger este tesoro, Jesús y Curro apuestan por una viticultura orgánica y sostenible: sin herbicidas ni químicos agresivos, buscando el equilibrio con la naturaleza y respetando la biodiversidad del entorno.
Filosofía
Si algo define a Peixes es su manera de hacer vinos. Nada de artificios, nada de máscaras. Su filosofía es clara: dejar que la tierra hable.
Para ello, practican una vinificación de baja intervención. Las uvas se fermentan con racimos enteros, utilizando levaduras autóctonas que reflejan la personalidad de cada parcela. No hay prisas: las maceraciones son largas, las fermentaciones ocurren a su ritmo y el envejecimiento se hace en barricas de roble neutro, sin buscar protagonismo de la madera.
Al final, cada botella de Peixes es un testimonio de su origen: vinos fragantes, frescos, con esa elegancia natural que solo pueden dar las viñas viejas y un suelo cargado de historia. Son vinos que transportan, que cuentan cuentos de nieblas matutinas y suelos pedregosos. Y sobre todo, son vinos hechos con pasión, con esa chispa de locura necesaria para desafiar las reglas y rescatar un paisaje en cada copa.