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Comprar Vino de Sicus
En el corazón del Massís de Bonastre, donde las colinas del Baix Penedès se funden con la brisa salina del mar, nace Sicus Terrers Mediterranis. Eduard Pie, su artífice, no solo cultiva viñas: cultiva un ideal. Desde que tomó las riendas de la finca familiar en 2003, su obsesión ha sido una sola: embotellar el paisaje. No cualquier paisaje, sino uno profundamente mediterráneo, marcado por la luz intensa, los suelos pedregosos y el rumor constante del viento marino.
Eduard Pie, enólogo formado y alma inquieta, combina la herencia vitivinícola de su familia con una visión contemporánea, radicalmente honesta. Alejado de toda moda pasajera, su proyecto es un regreso a lo esencial: variedades autóctonas, intervención mínima y una fidelidad absoluta al terruño. El resultado son vinos que no solo hablan de una tierra, sino que la susurran, la cantan, la recuerdan.
Un viñedo como un ecosistema
El Massís de Bonastre, a tan solo seis kilómetros del Mediterráneo, es mucho más que un escenario bonito. Sus suelos calcáreos, su altitud moderada y el contraste térmico entre día y noche crean un entorno perfecto para que las variedades locales, Cartoixà, Cartoixà Vermell, Garrut, Sumoll, Malvasía y Macabeu, se expresen con nitidez y carácter. En Sicus, la viticultura es orgánica, sin herbicidas ni pesticidas. Las plantas coexisten con la flora silvestre, los insectos, los animales. El suelo no se ara: se respeta. Así, se crea un ecosistema en equilibrio, donde cada elemento juega un papel en la sinfonía del vino.
Ánforas que devuelven la voz al suelo
La vinificación en Sicus es un acto de humildad. Aquí, las ánforas de arcilla, muchas de ellas enterradas en el propio viñedo, sustituyen a la madera. No hay maquillaje, no hay artificios. La porosidad de la arcilla permite una microoxigenación sutil que acompaña al vino sin imponerse. El resultado son vinos tensos, filigranados, con una energía que proviene directamente del suelo. Vinos que no necesitan alzar la voz para ser escuchados.
Cada cosecha, un testimonio del año
El clima, siempre cambiante, marca cada añada con su huella. En Sicus no se irriga: se acepta lo que la naturaleza da. Las lluvias, el sol, el viento... todo queda registrado en la uva, y luego en la botella. Por eso, cada vino es distinto, cada cosecha un relato. No hay replicación industrial, solo una búsqueda constante de autenticidad.
Una bodega que es también un jardín salvaje
Caminar por Sicus es adentrarse en un jardín que no ha sido domado, sino acompañado. Eduard Pie actúa más como un cuidador que como un director. Su papel es escuchar, entender y guiar con discreción. Bajo su mirada, las viñas crecen sin miedo, en armonía con su entorno. Y de esa armonía nacen vinos que no se explican: se sienten.
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Comprar Vino de Sicus
En el corazón del Massís de Bonastre, donde las colinas del Baix Penedès se funden con la brisa salina del mar, nace Sicus Terrers Mediterranis. Eduard Pie, su artífice, no solo cultiva viñas: cultiva un ideal. Desde que tomó las riendas de la finca familiar en 2003, su obsesión ha sido una sola: embotellar el paisaje. No cualquier paisaje, sino uno profundamente mediterráneo, marcado por la luz intensa, los suelos pedregosos y el rumor constante del viento marino.
Eduard Pie, enólogo formado y alma inquieta, combina la herencia vitivinícola de su familia con una visión contemporánea, radicalmente honesta. Alejado de toda moda pasajera, su proyecto es un regreso a lo esencial: variedades autóctonas, intervención mínima y una fidelidad absoluta al terruño. El resultado son vinos que no solo hablan de una tierra, sino que la susurran, la cantan, la recuerdan.
Un viñedo como un ecosistema
El Massís de Bonastre, a tan solo seis kilómetros del Mediterráneo, es mucho más que un escenario bonito. Sus suelos calcáreos, su altitud moderada y el contraste térmico entre día y noche crean un entorno perfecto para que las variedades locales, Cartoixà, Cartoixà Vermell, Garrut, Sumoll, Malvasía y Macabeu, se expresen con nitidez y carácter. En Sicus, la viticultura es orgánica, sin herbicidas ni pesticidas. Las plantas coexisten con la flora silvestre, los insectos, los animales. El suelo no se ara: se respeta. Así, se crea un ecosistema en equilibrio, donde cada elemento juega un papel en la sinfonía del vino.
Ánforas que devuelven la voz al suelo
La vinificación en Sicus es un acto de humildad. Aquí, las ánforas de arcilla, muchas de ellas enterradas en el propio viñedo, sustituyen a la madera. No hay maquillaje, no hay artificios. La porosidad de la arcilla permite una microoxigenación sutil que acompaña al vino sin imponerse. El resultado son vinos tensos, filigranados, con una energía que proviene directamente del suelo. Vinos que no necesitan alzar la voz para ser escuchados.
Cada cosecha, un testimonio del año
El clima, siempre cambiante, marca cada añada con su huella. En Sicus no se irriga: se acepta lo que la naturaleza da. Las lluvias, el sol, el viento... todo queda registrado en la uva, y luego en la botella. Por eso, cada vino es distinto, cada cosecha un relato. No hay replicación industrial, solo una búsqueda constante de autenticidad.
Una bodega que es también un jardín salvaje
Caminar por Sicus es adentrarse en un jardín que no ha sido domado, sino acompañado. Eduard Pie actúa más como un cuidador que como un director. Su papel es escuchar, entender y guiar con discreción. Bajo su mirada, las viñas crecen sin miedo, en armonía con su entorno. Y de esa armonía nacen vinos que no se explican: se sienten.